martes, 23 de febrero de 2016

La cultura oscense se opon e a las #LeyesMordaza y exige #LibertadTitiriteros sin cargos

Ciudadanxs comprometidxs y gentes de la cultura se concentraban el pasado 17 de febrero en Huesca para denunciar la persecución a la libertad de expresión y a la libertad de creación que supone el caso de los integrantes de Títeres desde Abajo, detenidos en Madrid, y acusados de “enaltecimiento del terrorismo”, por representar una obra que habla de montajes y abusos policiales. A la reivindicación de la retirada de cargos para estas personas se unía el rechazo a las “leyes mordaza” que amparan estos atropellos. (Por la mañana, ese mismo día, se había celebrado el juicio #justiciaParaRaquel, en la capital altoaragonesa, otro acto en defensa de las libertades)

Escritorxs, editorxs, gestorxs culturales, librerxs, diseñadorxs gráficxs (entre ellxs un Premio Nacional ), pintorxs, gentes del teatro (entre ellxs otro Premio Nacional), acompañaron a un centenar de ciudadanxs en este acto portando, entre otras, pancartas “desobedientes”, con palabras terminadas en –eta, para hacer visible lo ridículo de la denuncia, y para empujar los límites para que no se estrechen nuestras libertades.

Carteles realizados para reivindicar “Libertad de Expresión” en los años 70 se reutilizaban en esta ocasión para denunciar el retroceso democrático a que quieren llevarnos desde el gobierno y otras fuerzas del régimen. (Ver foto. Cartel que, además, refleja en los anuncios, parte de lo que aquella sociedad era, incluyendo determinadas formas de sexismo, más visibles que ahora).


La cultura oscense se opone a las #LeyesMordaza y exige #LibertadTitiriteros sin cargos

Cartel de Zaragoza en los años 70, que portaban manifestantes. Era otra sociedad en algunos aspectos, pero, por lo que se ve, no en otros. La actual tiene carencias muy parecidas

Adjuntamos el texto leído por Paco Paricio, de Los Titiriteros de Binéfar, en esta concentración por la libertad sin cargos para los integrantes de Títeres desde Abajo.

El fantasma de la libertad

¿Conoce sus derechos? Sí, señor. ¡Pues olvídelos!  
Por este chiste de Ramón, unas coplas de Luis Carandell, un dibujo de Chumy Chúmez y dos textos de Francisco Umbral y Manuel Vicent la censura tardofranquista retiró la revista satírica Hermano Lobo por “menosprecio a la Justicia”. Eran otros tiempos. ¿O no?  

En esta España que embiste en lugar de pensar, el poder no diferencia la ficción de la realidad: de igual forma que el Ministro en funciones del Interior, Fernández Díaz, condecora a la Virgen de los Dolores de Archidona (Málaga), se encarcela a unos titiriteros y a sus títeres. Su historia: el ayuntamiento de Madrid contrata a la compañía Títeres desde Abajo para representar la sátira “La bruja y Don Cristóbal”. En ningún momento se explica que no es una obra para público infantil. El contenido de la obra desagrada a algunos padres, especialmente al contemplar cómo uno de los personajes deja un cartel que dice: “GORA ALKA-ETA”. Llaman a la policía. Acuden furgones de antidisturbios que detienen a los dos titiriteros. 

El juez Ismael Moreno Chamarro les acusa de “enaltecimiento del terrorismo” y los envía a prisión. La caverna mediática y algunos partidos políticos lo utilizan como cortina de humo (que se engarza dentro de la campaña de miedo al cambio político) y durante días no se habla de otra cosa. A los cinco días, salen de la cárcel, se mantiene su imputación y se establecen unas medidas cautelares exageradas, que no tienen parangón con las impuestas a otros casos que están en boca de todo el mundo. Medidas que van desde su comparecencia diaria a un juzgado o comisaria, fijación de domicilio, prohibición de salir del país y la retirada del pasaporte. La compañía Títeres desde Abajo había actuado en varias ocasiones durante el mandato de Ana Botella, por ejemplo, con el espectáculo Una casa es una ruina, una historia musical sobre el machismo y el caciquismo. Violencia es lanzar insultos racistas desde una grada de fútbol o que el Arzobispo de Toledo ligue la violencia machista a que “ellas pidan el divorcio”. ¿Qué tipo de democracia mete presos cinco días a unos titiriteros que ejercen libremente un trabajo creativo? ¿Nadie se ha parado a pensar que lo que les está pasando es exactamente lo que querían denunciar con su obra la compañía Títeres desde Abajo? ¿Que la parodia, precisamente, criticaba la criminalización y los montajes policiales y mediáticos? 

En el auto del juez Ismael Moreno Chamarro, que lleva 28 años en la Audiencia Nacional, y que fue policía en el final de la dictadura y el comienzo de la democracia (1974-83), kafkiano, desolador, surrealista, asegura que en una obra de ficción se están maltratando a jueces, policías y monjas. Una obra de títeres inspirada en Lorca. Y ya sabemos cómo acabó Lorca.  

Pero volvamos atrás. Históricamente, los títeres han gozado de total libertad, incluso cuando el teatro estuvo prohibido. En 1912, Jacinto Benavente estrenó Las diabluras de Polichinela, donde se atacaba a distintos estamentos y se ahorcaba al verdugo. “Lo hizo ante una comunidad de niños y niñas aristocráticos y no pasó absolutamente nada”, comentaba en la prensa Adolfo Ayuso. Estamos hablando del teatro de cachiporras, al que pertenece la obra de la compañía detenida, un teatro popular, irreverente, violento y crítico. Si ya no podemos cuestionar el sistema, la realidad, ni con marionetas, ¿dónde queda la libertad de expresión?  

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”, escribió Cervantes que, al igual que Shakespeare, Valle Inclán, Quevedo, Clarín, Picasso o Buñuel, fueron irreverentes y críticos con el sistema.  

Gracias a este asunto, somos portada en la prensa internacional. En los últimos tiempos, el listado de denuncias y condenas es enorme. Artistas como Abel Azcona (por su exposición de hostias consagradas), músicos como Sociedad Alcohólica, Albert Pla, César Strawberry, cantante de Def con Dos (al que solicitan 20 meses de cárcel), los raperos Ayax y Prok, los cantautores Valtonic y Pablo Hasel, pasando por Javier Krahe y su polémico cortometraje “Cómo cocinar un Cristo” hablan de cómo está el panorama. Es bueno recordar que no hace tanto se secuestró la portada de la revista EL JUEVES, por injurias a la Casa Real, con una multa al dibujante Guillermo y al guionista Manel Fontdevilla de 3.000 euros. Como se dice en la calle, se persiguen más cuentas en Twitter que en Suiza. 

El humor negro, o humor de patíbulo, cumple una función terapéutica en la sociedad. Respecto al caso de Títeres desde Abajo, pensamos que puede ser un error de contratación o de ser programado como acto para todos los públicos, pero es una obra de marionetas que ha degenerado en un supuesto “enaltecimiento del terrorismo”, y eso provoca mucha inquietud, inseguridad jurídica para el libre ejercicio de la labor creativa: el paso de la obra artística al delito es demasiado difuso. 

Parece que vuelve la quema de libros, el secuestro de publicaciones y las detenciones de actores, y otras formas de atentar contra los ejercicios de derechos fundamentales como la Ley Mordaza o las limitaciones al ejercicio del derecho de huelga. La definición tan amplia y vaga sobre “terrorismo” que aparece en el código Penal, cuya última reforma fue aprobada en 2015, es muy peligrosa. Los juicios de “enaltecimiento del terrorismo” se han quintuplicado desde el final de ETA, pasando de 5 casos en 2011 a 25 en 2015,coincidiendo con la llegada del Partido Popular, aumentándose además las penas. 

Según el barómetro de opinión del Consejo de Investigaciones Sociales del mes de enero de 2016, el terrorismo de ETA es una preocupación solo para el 0,1 % de la población, frente al paro que lo es para el 77,9 %, la corrupción y el fraude que lo es para el 39,2%.  

Los creadores del mejor programa infantil de los años 80, La bola de cristal, hubiesen ido a prisión en nuestros días. Viva el mal, viva el capital, gritaba la Bruja Avería en un programa infantil, moderno y educativo que criticaba a la sociedad de consumo, a las multinacionales, a las guerras y al Gobierno.  

Cuando el ejercicio de un derecho humano y fundamental como es la libertad de expresión, se interpreta como conducta delictiva, ¿puede quedar al albur de lo que interprete un determinado juez? 

Están jugando con la gente, con el miedo de la gente, el verdadero caldo de cultivo de la represión, la censura y, lo que es peor, la autocensura. Desde la Plataforma Oscense por los Derechos Humanos defendemos la libertad de expresión y el derecho a la crítica social y política a través de la sátira. 

La Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos garantizan el derecho a la libertad de expresión, ambos en su Artículo 19. Y por ello exigimos el archivo de la causa contra dos trabajadores del títere: Raúl García y Alfonso Lázaro.

O hacemos algo o, como escribió ese genio subversivo que fue Miguel de Cervantes, “no dejarán títere con cabeza”.

ConcentaciónHuescLiExp
 

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